También los DT involucionan

Passarella perdió las virtudes de los 90 y no consolidó otras que intentó agregar al equipo.

Nos desvela la involución de los futbolistas, pero ¿qué hay de la involución de los entrenadores? Porque ellos, como cualquier hijo de vecino (carpinteros, arquitectos, periodistas...) también se estancan o emprenden la marcha del cangrejo. Hay entrenadores que involucionan románticamente, otros que involucionan pim, pam, pum; hay los que involucionan a pura belleza, los que involucionan paso a paso, los que involucionan tanto que, mejor no comment, y están los que, como Passarella, evolucionan en la vida pública e involucionan en su rol profesional. De unos años a esta parte a Passarella se lo ve más simpático, más amplio, más abierto o, por la negativa, menos agreta, menos cerrado, menos Terminator. Pero sus equipos, ¡mamita! Qué mal juegan en general y qué difícil es descifrar a qué juegan en particular. Del Passarella noventista se han disipado sus virtudes (equipos pioneros en la presión, intensos, vigorosos de sesera) sin que se consoliden las eventuales virtudes: masividad de gente con buen pie, circulación de una pelota más redonda, mayor riqueza del menú ofensivo, etcétera. Vaya un botón de muestra: ¿cuántos años y cuántos torneos hace que está buscando el equipo? ¿A cuántos jugadores rescató, a cuántos impulsó, a cuántos hizo crecer? Dos: JP Carrizo (a costa del confinamiento de Lux) y Augusto Fernández, pero hete aquí que Augusto la rompe contra Sanloré y ayer fue al banco para dejarle el lugar a Ponzio, un 5 que el domingo anterior había sido 4. O sea: Passarella está confundido, y si un DT siembra confusión lo más natural es que coseche humo, o ni eso.

Por Ole.com.ar