Estuve y salimos campeones... ¿queres que vuelva?

La culpa madre

Pasan los años, pasan los técnicos, y los jugadores quedan. La caída en Perú agranda la incidencia de los futbolistas. No sobran señales de que cambiará.
A Pellegrini no se le entendía nada porque hablaba "difícil". Con Astrada había onda, hasta que el corazón del plantel se rompió en mil pedazos por una disputa personal entre Ameli y Tuzzio. Merlo "no iba al frente", Gallardo se le plantó y Mostaza se piantó. Passarella seducía, contagiaba, hasta que se tornó aburrido y autorreferencial en las sobremesas en la concentración.
Pasan los años, pasan los técnicos... Y River, seco, deshilachado, con una amnesia futbolística que no le permite afirmarse en éxitos pasados. Sería pretencioso pedirle a Diego Simeone que en dos partidos oficiales revierta cuestiones que están impregnadas en el vestuario. Es saludable su búsqueda innovadora, un dibujo diferente, el esbozo de un golpe de timón. Porque no todos los jugadores pasan. Algunos, varios, todavía quedan.
La derrota, justa, inapelable, frente al modestísimo Universidad de San Martín (la tercera en las últimas 15 visitas internacionales), agrega otro ítem a una lista de recientes papelones. ¿Entonces la del Caracas no fue una lección, sino sólo una muestra?
Hace poco, muy poco, hablando de fútbol en general, el Cholo tiró una frase emblemática. "Entre un gran jugador que no esté comprometido, y uno bueno que sí lo esté, dame al bueno. Con 11 de esos buenos, salís campeón".
Compromiso. Valentía. Inteligencia. Coraje. Fibra. Cuchillo entre los dientes. Lo que sea. Algo, ¿no?
Hasta en los directivos se percibe cierto malestar. Incluso, los más importantes --Aguilar, Israel y Domingo Díaz-- viajaron a Perú y volvieron tan apesadumbrados como los hinchas que se quedaron en el país. Hay cuestiones que exceden a la disposición táctica. Los dirigentes tienen buena parte de responsabilidad en el armado del plantel. Pero que se va reduciendo según la jerarquía de la incorporación. Ortega está más allá: es el único que entiende lo que significa jugar en River, más allá de que el miércoles haya jugado su peor partido en años. ¿Y el resto? Nadie mejor que uno mismo para sincerarse frente al espejo, a la almohada o de la forma que sea. Pasaron tres años y medio sin títulos, que pueden ser cuatro (¡hay cuatro competencias por año!), y también pasaron diferentes perfiles de entrenadores, con distintos gustos estratégicos y hasta preparadores físicos con ideas propias.
Una verdad añeja, y poco discutible, es que en la cancha definen los jugadores. Si Tuzzio le da un pase corto a Carrizo o Ponzio debe salvar dos veces en la línea un gol rival, no es consecuencia de que Simeone ponga tres, cuatro, cinco o nueve en el fondo. Sí es cierto que hay cuestiones que el técnico tendría que ajustar. En lo táctico y a la hora de elegir nombres. Con el tiempo, claro, nadie sale campeón en dos partidos y, se sabía, nadie iba a recordar hoy el título en el torneo de verano. Debe haber señales claras de que no habrá más caprichitos passarellianos.
Señales, sobre todo, de los que salen a la cancha.
Señales de que hay caídas que no se repetirán.
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Hicieron el duelo en el aire
"¿Perdió River, no? Me di cuenta por las caras". Un joven argentino que trabaja en Lima y espera el vuelo 437 de LAN para viajar a visitar a su familia en Buenos Aires no conocía el resultado del partido, pero el ánimo de los jugadores de River en el aeropuerto le dio una respuesta inmediata.
Ningún integrante del plantel minimizó la derrota en la intimidad. Todos sintieron que lo que había pasado era grave. Por eso hubo un largo proceso de duelo. De silencio, de seriedad, de tristeza. En el vestuario no se habló del partido y durante la cena tampoco, salvo algunas acotaciones. Luego, las demoras para hacer cada trámite en el aeropuerto aumentaron el malhumor de los jugadores, que debieron subir últimos al avión porque había problemas con las ubicaciones. A medida que fueron pasando las horas el grupo fue asumiendo el traspié. Y en Ezeiza encontraron el cariño de los hinchas... que no son los que van a la cancha.
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No tienen nivel
CARLOS MORETE. Hizo 105 goles en River.
Este River puede perder con cualquiera. O ganarle. Pasó con Passarella... No es culpa del técnico, sabe lo que tiene y hace lo que puede. Ningún DT lo va a decir, pero el rendimiento de los jugadores es un desastre a nivel internacional. Saquemos a Boca, que puso 15 palos y trajo a Riquelme, un distinto. Si no tenés un equipo como Arsenal, Lanús o Estudiantes, estructurado, sonaste. La cuestión no pasa por lo táctico: no hay nivel, estamos todos engañados y por eso, cuando salimos, cualquiera te gana y encima, te carga. Tampoco es culpa de los dirigentes, o lo es pero en menor medida: traen lo que pueden, pero si después el jugador no rinde... ¿Qué culpa tiene Abreu de no haber hecho un gol en Perú? Se las rebusca. Pero hay que generar diez situaciones y el equipo no lo hace porque no hay nivel o talento. ¿River no escarmentó con Esnaider, Fonseca o Rivas? Los nombres te los metés en el c... Hay que armar equipos. En el torneo local, River puede pelear, pero afuera... -------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------
Por Ole.com.ar

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