Caos. Desorden. Desdén. Desconfianza. Incredulidad. Falta de compromiso. Vergüenza. Sin vergüenza. Un hito más en la historia negra de River, este 0-2 es un castigo a la testarudez contra un equipo que no tiene hinchas pero es un equipo de fútbol, que sabe sus limitaciones y juega lo más simple posible. Este funcionamiento antinatural que pretende Simeone tal vez haga de River un team imbatible dentro de un tiempo. Pero ahora, lo que se ve, es un rejuntado de voluntades incrédulas, fantasmas sin alma ni convicción que no saben para dónde correr y corren, desesperados como Forrest Gump, sin pensar dónde los llevará el próximo paso.
La idea de esta columna no es entorpecer el proceso conductivo del DT de turno. Pero no se entiende lo que quiere Simeone. Que no lo entienda yo, es lógico dada mi precariedad y escasez, pero ¿lo entienden los jugadores? ¿Sí? ¿Y qué corno están haciendo? Es penoso ver a River deshilacharse. La forma en que juega expone las miserias y el mínimo error se hace gigante al no haber cobertura. Tuzzio antes tenía jerarquía, ¿lo vieron ayer? Cabral es muy lento y Villagra, tímido. Como el sistema no está aceitado, todos juegan menos de lo que pueden. Hasta Ortega hace lo que no debe y se recluye a un costado y desaparece o quiere hacer la que ya no puede, la gran Alexis, gambetear a todos. Así no sirve. Sólo los cabezazos de Abreu, a las manos del arquero. El problema está en el medio... Pero es medio oriente... Un quilombo.
Por Ole.com.ar
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