Cuando no habían descartado a Gallardo. Cuando el Muñeco parecía ya no poder asumir la exigencia que River debe tener para un enganche, el pibe de rastas llenaba (rebasaba) esas carencias. Se lo consideró como el sucesor óptimo. Luego de ocho meses, se extraña horrores el aporte futbolístico de Gallardo, aún estrecho, limitado.
Passarella no pudo ni supo reemplazarlo. Y a la vez no acierta a encontrarle la vuelta a un Belluschi que, decididamente, fracasó en el objetivo de ser el estratega del equipo y que tampoco acaba por ser la rueda de auxilio de quien tenga la osadía de ocupar el lugar del 10. A principios de año fue cotizado por su DT con una cifra absurda: jamás respondió a la motivación, tal vez abrumado por la responsabilidad. Jugador de buen pie, obediente de las cuestiones tácticas, por ratos con buena visión del juego, en otros cae zonzamente en cuatro offside calcados, como ayer. Hace una eternidad que no acierta a dar un pase picante. Tipo de solidaria entrega, no le hace asco al laburo pero lo expulsan por un descomedido foul, en mitad de cancha y en el descuento como ante el Ciclón.
Deambulando por todos los puestos del medio, Belluschi involucionó en River, donde probablemente no haya tenido un entrenador que supiera sacarle lo mejor. Pero como viene la mano, parece que sólo él podrá hacer que vuelvan a considerarlo, aunque sea exagerado, el de los 40 millones...
Por Ole.com.ar
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