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El riesgo Carrizo

El arquero tiró una osada gambeta cuando Turdó lo apuró en el área chica, con el partido 0-0. Los hinchas lo celebraron, aunque luego un grupo le hizo un reclamo.
Lastiman, se sabe, las gambetas en el área. En el área rival, claro. Porque en la propia... Iban 14 minutos del primer tiempo cuando se produjo la gambeta más polémica del partido. River tocaba la pelota en defensa, con el objetivo de que Gimnasia de Jujuy abandonara por un rato la trinchera, y Ferrari buscó a Carrizo por abajo. Tic. Y plop. Juan Pablo, parado en el borde del área chica y agobiado por la marca de Mario Turdó, dudó un segundo antes de intentar una gambeta que no es inédita en su repertorio, pero que sí detiene a un buen número de corazones. El delantero visitante se estiró para tocar la pelota, lo que hubiera significado el primer gol del encuentro, aunque no lo consiguió. Y entonces llegó el "oooleee" de los hinchas de River, más como un alivio que como un síntoma de placer. Fue una maniobra con un margen de riesgo enorme...
En la semana, en una charla con el programa Líbero, de TyC Sports, el arquero había tocado el tema. "Me gusta tirar esas cositas. Una por partido, ja. En el arco, durante largos ratos no pasa nada. Pero hay que saber cuándo hacerlo: si lo repetís, perdés sorpresa, el rival se aviva y... Hasta ahora no me pasó, y ojalá que me siga saliendo". Los que salieron de la boca de sus dueños fueron los corazones. Después de semejante osadía, y ante un reclamo verbal de Tuzzio, el arquero le respondió algo y luego una sonrisa larga y nerviosa se apoderó de su rostro. Parado al borde de la cancha, Simeone lo observaba casi petrificado: el técnico luego daría una muestra de manejo de grupo al no criticarlo tras dicha acción.
Pero esa gambeta no quedó en el olvido. Los hinchas, quienes tampoco absorbieron de buena manera que JP haya declarado antes de fin de año que su ciclo en el club estaba cumplido, se lo hicieron notar. Cuando terminó el primer tiempo y los futbolistas se dirigían hacia el vestuario por la rampa que está en la Sívori baja, un grupito le hizo un reclamo a Carrizo, quien no se hizo el sota sino que se frenó e intercambió algunas palabras y gestos. El dedito índice estirado del arquero es una prueba irrefutable del entredicho.
Lo llamativo, o no tanto, fue que en el segundo tiempo Carrizo recibió cinco pelotas en condiciones similares a aquélla en la que había dejado desairado a Turdó. Y todas las resolvió a un toque, de primera, sin margen para el infarto, simples y al pie de un compañero. Después, eso sí, gambeteó los micrófonos...
Por Ole.com.ar

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